Ser yo misma.
¿Cuántas veces has escuchado que somos el promedio de las 5 personas con las que más tiempo pasamos? Algo inevitable que va moldeando nuestra personalidad y gustos, ¿no?
Empezando por nuestra familia, siguiendo por las personas que vamos conociendo en la escuela y en el trabajo hasta encontrarnos en este momento. Este día. Un hoy tan fácilmente influenciado…
Últimamente me he preguntado mucho quién soy o mejor dicho, quién sería sin tanta influencia. Y no hablo de la influencia inevitable de familia, amigos, compañeros de clase/trabajo. Hablo de la influencia moderna: la de las redes sociales.
Porque sí, algo que retumba en mi cabeza es la idea de que no soy solamente yo la que decido por mi misma. Pienso que los algoritmos y las redes sociales han sido la vocecita que últimamente me han dicho quién ser, qué decir y pensar, cómo vestirme y hasta qué tomar (hola, matcha). Hay veces que según yo, me resisto a esa voz pero de repente me encuentro casi en automático acatando un comando que llegó en forma de video de Tiktok o de post en Instagram. ¿Te habías cuestionado esto?
Pero bueno, tomando en cuenta los siguientes clichés:
1. Vida solo hay una.
2. El tiempo vuela.
3. Soy alguien único e irrepetible.
Lo que ahorita - genuinamente - anhelo es ser yo, sin complejos y sin ataduras. Con todo lo que me hace ser el cliché número tres (única e irrepetible): Mi sensibilidad, mi espíritu romántico y soñador. Mi forma de ver la vida como si fuera una comedia romántica musical en la que yo soy la protagonista, Taylor Swift mi soundtrack y mi novio prometido la persona con la que más me gusta estar. La que intenta hacer de todo un chiste porque ama hacer reír a la gente (aún cuando no es el momento más apropiado). La que canta sin vergüenza y ama comer papitas con chamoy y gomitas de gusano aunque no le haga bien a su pancita. La que cuida y respeta su tiempo a tal grado que a veces se arrepiente de los planes que hace.
Pero sobre todo, abrazando todo aquello que no me gusta tanto de mí pero que también me ha hecho y me sigue haciendo ser yo: Miedos e inseguridades, que son un trabajo en proceso. Mi poco cabello chino que me hace llorar pero que también me ha permitido abrirme a nuevas oportunidades. Mis luchas mentales y ansiedad que, a pesar de que me han tumbado, me han llevado a ser resiliente y empática. Una yo sumamente distraída. Introvertida en el exterior pero la más extrovertida cuando siente confianza.
Una Lulú que a veces se distancia pero que ama con todo su corazón a los suyos.
Una yo compleja pero que vale la pena.
Y es que… Qué desperdicio sería vivir esta vida tratando de ser otra persona y sufriendo por ello. O peor aún, tratando de ser igual al resto siendo que (cliché número tres) no hay nadie igual que yo. ¿Realmente somos capaces de entender lo que eso significa? ¿Lo valioso que eso nos hace? NO. HAY. NADIE. COMO. TU. (Repítelo hasta hacerlo consciente)
Hoy más que nunca estoy decidida a vivir siendo lo más yo que se pueda porque simple y sencillamente ya estuvo de no amarme tal cual soy y querer ser alguien más o alguien igual. Y claro, te quiero invitar a que tomes esta decisión para ti también. Pienso, y te lo comparto, que yo siendo yo y tú siendo tú tenemos TANTO que aportar tanto a nuestro círculo y por qué no, al mundo entero. ¿Qué dices?
Lulú.